EL GRAN
LABERINTO
Heródoto, historiador y geógrafo griego (484 a.C. - 425
a.C.), cuenta en uno de los capítulos del segundo libro de su "Historia":
“Como muestra de su unanimidad, decidieron dejar un monumento
conmemorativo y eso los impulsó a construir el laberinto, que se encuentra
situado no lejos de la margen meridional del lago Moeris, en las cercanías de un
lugar llamado Cocodrilópolis. Yo estuve allí y el lugar está más allá de toda
descripción. Si se hiciera un estudio de todas las paredes de las ciudades y de
los edificios públicos de Grecia, se vería que todos juntos no hubieran
requerido tanto esfuerzo ni tanto dinero como este laberinto; ¡y eso que los
templos de Éfeso y Samos no son precisamente obras pequeñas! Es verdad, las
pirámides dejan sin habla al observador y cada una de ellas es igual a muchos de
nuestros edificios griegos, pero ninguna puede compararse con el
laberinto.
Para empezar, tiene una docena de palacios interiores, de los cuales seis se hallan alineados en el lado norte y seis en el lado sur. Están construidos de modo tal que sus portales quedan enfrentados. Una pared exterior sin aberturas rodea todo el complejo. El edificio mismo consta de dos pisos y 3.000 habitaciones, de las cuales la mitad está en el subsuelo y las restantes 1.500, en la planta baja.
Visité y vi personalmente las mil quinientas habitaciones de la planta baja, por lo tanto, estoy hablando desde mi experiencia personal, pero en cuanto a las habitaciones del subsuelo, debo confiar en la autoridad de los demás, porque los egipcios no me permitieron entrar. Allí, pueden hallarse las tumbas de los doce reyes que originalmente construyeron el laberinto y de los sagrados cocodrilos. Por lo tanto, nunca estuve en ese sitio y todo lo que sé, lo sé de oídas. Por cierto, me habían mostrado las habitaciones que se encontraban encima de estas; resultaba difícil creer que hubieran sido construidas por manos humanas. Los pasadizos que interconectaban las habitaciones y los senderos zigzagueantes que iban de una recámara a la otra, me dejaron sin aliento, por su colorida variedad, mientras caminaba en completa admiración desde el patio hacia las habitaciones, desde las habitaciones hacia los peristilos y de los peristilos nuevamente a las otras habitaciones, y desde allí hacia los otros patios. El cielo raso de todos estos lugares está hecho de piedra, al igual que las paredes cubiertas con figuras en relieve. Cada patio está rodeado por una hilera de columnas de mármol blanco sin juntas.
Justo en la esquina donde el laberinto termina, se levanta una pirámide de al menos setenta y cinco metros de alto, decorada con figuras en relieve de grandes animales. Se puede llegar a ella a través de un pasadizo subterráneo”.
Estrabón, cuatrocientos años después, también describió brevemente el laberinto, destacando su magnitud e importancia, al igual que algunos otros historiadores y geógrafos.
La mayoría de los egiptólogos opinan que el laberinto fue descubierto en 1843 por el famoso arqueólogo alemán Richard Lepsius. Se trataba del descubrimiento de Lepsius sobre la pirámide sepulcral, con ruinas circundantes del faraón Amenemhet III (1844-1797 a.C.), no lejos del oasis El Fayum. En 1888 el egiptólogo Petrie también excavó la zona, llegando a una conclusión parecida al anterior: que el laberinto tuvo que estar allí pero que estaría destruído bajo tierra.
El investigador belga Patrick Geryl y el también belga Gino
Ratinckx, egiptólogo, hicieron una serie de indagaciones partiendo de los textos
clásicos y de los jeroglíficos traducidos por un egiptólogo francés ya fallecido
y casi desconocido, Albert Slosman, convenciéndose que el laberinto fue el más
magnífico edificio construido, no solo por su tamaño sino sobre todo por la
importantísima información que puede contener de la civilización egipcia y sus
orígenes, los cuales, según lo que Slosman pudo traducir, se remontan más allá
de hace unos 11.800 años, cuando un gran cataclismo destruyó la anterior
civilización, y sus sobrevivientes, los seguidores de Horus, tras unos miles de
años, fundaron lo que ahora conocemos como Egipto. Aquella antigua civilización
era conocida como Aha-Men-Ptah (Amenta), "el primer corazón de Ptah-Dios", la
que los griegos denominaron como Atlántida.
Geryl y Ratinckx acumularon información sobre el laberinto y
llegaron a la conclusión que es el más grande edificio jamás construido por el
hombre, que su construcción tardó 365 años (desde 4608 hasta 4243 a.C.), que
contiene el “Círculo de Oro”, que es una legendaria habitación a la que se hace
referencia en el Libro de los Muertos, hecho de granito y recubierto en oro que
contiene un legado de conocimientos incluso tecnológicos que nos dejó la
civilización perdida madre de Egipto; que escrito en las grandes paredes está el
conocimiento astronómico de los egipcios, incluyendo un gigantesco zodíaco; que
contiene habitaciones con documentos sobre la historia de Egipto y anterior; y
que muchas paredes pueden moverse y esto lo convierte en un laberinto real en
donde algunas personas que perdieron su camino murieron; todo ello porque se
trata de un edificio con habitaciones secretas por los documentos y utensilios
únicos que allí se guardan.
En 1997, Geryl y Ratinckx, fueron a Egipto y
localizaron el lugar exacto donde piensan estuvo el laberinto, en la zona donde
antes ya Lepsius y Petrie habían excavado algo. Se trata de Hawara, a unos 90
km. al sur de El Cairo, en el oasis de Al Fayum. Hicieron unos escaneos del
terreno y comprobaron que efectivamente allí había algo destacado, pero la falta
de medios les impidió seguir.
Unos años después, animado por estas conclusiones, el artista e investigador Louis De Cordier financió el proyecto Mataha (laberinto en árabe), lo que supuso que en 2008 la Universidad de Gante (Bélgica) con la colaboración de las autoridades egipcias encabezadas por Zahi Hawass, hicieran un escaneado más exhaustivo del terreno donde se supone está el laberinto, consiguiendo unos resultados sorprendentes que les confirman que allí hay una construcción importante que habría que excavar.
Unos años después, animado por estas conclusiones, el artista e investigador Louis De Cordier financió el proyecto Mataha (laberinto en árabe), lo que supuso que en 2008 la Universidad de Gante (Bélgica) con la colaboración de las autoridades egipcias encabezadas por Zahi Hawass, hicieran un escaneado más exhaustivo del terreno donde se supone está el laberinto, consiguiendo unos resultados sorprendentes que les confirman que allí hay una construcción importante que habría que excavar.
En 2009 un proyecto polaco excavó en la zona descubriendo
algunos destacados indicios de los que muy poco se sabe, pero Hawass decidió no
dejar continuar la excavación a estos investigadores y parece ser que un grupo
egipcio se ha hecho cargo. La dificultad del lugar es que está atravesado por un
canal moderno que trasvasa aguas del Nilo al lago del Al Fayum, el antiguo
Moeris o Meris, por lo que el yacimiento subterráneo del laberinto está inundado
aparte de los metros de arena que tiene encima. Se ha decidido desviar el canal
por unas conducciones nuevas y drenar el agua del yacimiento arqueológico. Según
noticias dadas por Patrick Geryl esto debería concluir para octubre de 2010, es
decir, ya. Una vez drenada el agua, entonces las excavaciones en busca del
laberinto de Hawara podrán continuar. Estaremos atentos a las posibles novedades
sobre este trascendental hallazgo no solo para la egiptología sino también muy
posiblemente para todo el mundo.
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