"OPERACIÓN 40" II : ASESINATO DE JOHN LENNON POR LA CIA
La noche en que John Lennon fue asesinado en el exclusivo complejo de apartamentos de Dakota en Manhattan, el portero nocturno llamó enfermo. José Perdomo, el comandante de la Operación 40, un escuadrón de asesinatos de la CIA, se presentó para recibir cobertura.
En el año 2001, veinte años después de haberlos solicitado, el escritor y periodista Jon Wiener se hacía con algunos documentos que confirmaban el intenso seguimiento que se había hecho de John. Entre otras perlas, en ellos se podía apreciar cómo el propio Nixon había influido en la petición de extradición de John con el objetivo de «neutralizar» (palabra textual) a una figura de la música que consideraban una amenaza. Encontramos cosas como el mensaje del director del FBI, J. Edgar Hoover, diciendo que «el caso Lennon debe ser manejado de una forma rápida y por agentes con experiencia»
DAKOTA: LOS HECHOS
La seguridad del edificio
A la derecha la entrada al vestibulo
El edificio mantiene regularmente un sistema de seguridad muy bien diseñado con 2 niveles. El “doorman” quién es el guardia que se encuentra a la izquierda de la entrada principal en la acera y el encargado del mesón que está en el Lobby ya dentro del edificio a la derecha –sitio donde agonizó Lennon luego de los disparos- Ambas personas están de servicio 24 horas al día los 7 días de la semana.
A estos personajes debemos sumarle el conserje que es una persona de mantenimiento del edificio y que le ayuda al “doorman” a bajar equipajes y llevarlos al elevador de servicio mientras no está reparando algo en las instalaciones. Esta posición aunque no es de seguridad implica una segunda persona en el Lobby. Es más, fue el conserje quien avisó a la policía de lo sucedido ya que esa noche se encontraba en servicio y justo al lado del encargado del mesón cuando Lennon se desplomó en el lugar.
El lugar del crimen: Diciembre 8 de 1980
Relato basado en la versión oficial de la policía luego de los incidentes.
La limo que traía John y Yoko de los estudios de grabación estacionó frente al arco de entrada del Dakota a las 10:50 PM, El “doorman” José Perdomo estaba en la entrada, a la izquierda del arco como era su posición usual.
Yoko baja primero de la limo y entra en la arcada principal, cuando se disponía a entrar al Lobby (al fondo a la derecha del arco) recién Lennon desciende con las con las cintas grabadas esa tarde.
Al entrar Yoko no repara en Chapman que estaba ubicado justo a la derecha del arco de entrada, Lennon lo mira y sigue avanzando. Un metro y medio más allá Chapman llama a Lennon y asume posición de combate con un arma en sus manos. Chapman –supuestamente el agresor- dispara 5 veces, 2 impactos dan en el hombro izquierdo de Lennon y 2 en el lado izquierdo de su espalda, un disparo es desviado. Al menos tres agujeros de bala quedan en los cristales de la puerta del Lobby. Yoko escucha los disparos dentro del Lobby así que no tiene rango visual para ver que sucede. Lennon avanza hasta el Lobby, sube los seis peldaños y se desploma junto a Yoko.
Perdomo le grita a Chapman que se aleje y patea el arma lejos del lugar. El conserje llama a la Policía mientras Lennon se desangra en el Lobby. Los policías llegan al lugar y al ver que Lennon agoniza lo envían en una patrulla al Hospital Roosvelt…
El resto es historia conocida.
Escena «oficial» del crimen: (1) Lennon baja. (2) Posición de Chapman. (3) Supuesta posición de Lennon al ser atacado. (4) Supuesta distancia entre Yoko y John al momento de los disparos. (5) Yoko en el Lobby. (6) Lugar donde llega John agonizante.
Según el reporte oficial de la policía, los hechos sucedieron así: John y Yoko llegan en su limusina a las 22:50. El auto estaciona frente al arco de entrada del Dakota. El portero, José Perdomo, se encontraba allí, a la izquierda de dicho arco, su posición habitual.
Yoko baja primero del coche, entra en el arco principal, no repara en Chapman, que está situado justo a su derecha, recorre unos metros y en el momento en que va a acceder al lobby, John se apea portando las cintas que había grabado ese día.
John sí ve a Chapman, lo mira pero sigue avanzando. Cuando ha recorrido apenas un metro y medio, Chapman lo llama y saca el arma, apuntándole.
El supuesto asesino dispara 5 veces, 2 balas dan en el hombro izquierdo de Lennon, 2 en el lado izquierdo de la espalda. Un disparo sale desviado. Al menos 3 agujeros de bala aparecen en la puerta de cristal del lobby (aquí ya empiezan a sobrar balas, ¿habría una «bala mágica», al igual que en el asesinato de Kennedy? Lo veremos en el próximo artículo). Chapman tira el arma.
Yoko, desde el interior del lobby, no tiene ángulo visual para ver lo que pasa. Pero no sale. John avanza hasta allí, sube los seis peldaños y se desploma junto a ella.
Según sigue contando la versión oficial, Perdomo se acerca a Chapman y le pregunta: «¿Sabes lo que has hecho?». Chapman responde: «Acabo de disparar a John Lennon». Perdomo le obliga a tirar el arma y le da una patada. El conserje llama a la policía mientras John se desangra en el lobby. Los policías llegan y al ver que John está agonizando lo introducen en el coche patrulla y lo envían al hospital Roosevelt, sin esperar a que lleguen los servicios de emergencia.
Según el certificado de defunción emitido allí, cuando John llega ya está muerto. Son las 23:15 horas.
Contradicciones en la escena del crimen
Según se aprecia en el documento anterior, se habla de multiples heridas de bala en el lado superior izquierdo del cuerpo de John (hombro) y en la espalda. Si Chapman estaba ubicado a la derecha de la entrada y Lennon se giró al llamarle este, ¿cómo es posible que tenga entradas de bala por la espalda y en lado izquierdo? Eso podría suceder únicamente si los disparos fueron efectuados desde la izquierda de John, es decir, desde la posición del portero o más hacia el interior del edificio.
Se pone entonces de manifiesto una importante contradicción: si según el peritaje, John fue herido por la espalda, y las heridas del pecho son de salida, es absolutamente imposible que estuviera girado hacia Chapman. Este, en su declaración, jamás se contradijo en un solo punto. Jamás dijo que él hubiera llamado a John y que éste se volviera. Pero el reporte oficial de la policía así lo afirma. Y lo afirmó porque era necesario para justificar que Lennon estuviera más cerca de Chapman de lo que en realidad estaba.
Entrada al elevador de servicio que enfrenta al Lobby (campo de visión de Chapman)
Por lo tanto John nunca se detuvo ni se giró al escuchar su nombre, simplemente avanzó al Lobby dando la espalda a Perdomo y a Chapman. Sabemos por el reporte oficial que había balas incrustadas en la puerta de cristal del lobby. Desde ese lugar, para Chapman era imposible dispararle a John por la espalda y que las balas fueran a incrustarse en ese punto, pero sí que era fácil para un tirador ubicado al otro lado del arco: la posición de Perdomo o alguien ubicado más adentro. Es más, los disparos se incrustaron tan perfectamente en la puerta del lobby, que reafirman la tesis de que Perdomo simplemente puso un arma en el punto adecuado para hacer ver a la policía que Chapman la había utilizado, y un tercero entraría en acción disparando desde la puerta del ascensor de servicio, justo en frente de la entrada del lobby. Esta puerta estaba abierta en el momento de los crímenes cuando llegó la policía, como podemos apreciar en el testimonio del patrullero que llegó primero al lugar, Peter Cullen.
El agente Peter Cullen indicó que al llegar al lugar su primera intención fue arrestar al operador del elevador de servicio (nombre que nunca se puso a disposición del tribunal) que estaba cerca del suceso, sin embargo es Perdomo quién le indica que Chapman es el agresor y de esa forma el oficial cambia su decisión.
Aquí la inconsistencia es mayor. Según veteranos de la policía de Nueva York, el instinto de un oficial es definitivo a la hora de esclarecer un delito. Lo que presume el Oficial Cullen cuando llega al Dakota es, basado en su experiencia, la situación más lógica. Incluso jamás sospechó de Chapman aduciendo que se veía como un «banquero», pero sí sospechó del operador del elevador de servicio, ya que su posición era la correcta en relación a la trayectoria de los disparos y a las heridas en Lennon. La persistencia de Perdomo como ‘supuesto’ testigo ocular más la actitud complaciente de Chapman le hicieron cambiar su primera impresión.
Vista de la subida al Lobby (campo de visión de Perdomo)
Chapman siempre fue consistente al decir que él se encontraba a 6 metros de Lennon, no a un metro y medio como decía el informe oficial. Si es así, la posición de John en la entrada del Dakota es muy cercana a la del elevador de servicio, siendo sólida esta teoría sobre otra persona en la escena del crimen.
El reporte policial y el arma homicida
Salvador Astucia(1), Uno de los escritores e investigadores del caso tuvo un fácil acceso al reporte de la NYPD respecto de los hechos ocurridos esa noche. La sorpresa fue mayúscula cuando se encontró con a lo menos un escueto informe, que sólo detallaba lo siguiente:
…John Lennon was the victim.
Mark David Chapman was the perpetrator.
Chapman was carrying $2,201.76 when he was arrested.
The crime location was 1 West 72 St. (the Dakota) at the archway entrance.
The weapon used was a ".38 caliber snub nose."
The crime occurred on December 8, 1980 at 10:50 PM.
The arresting officer was Stephen Spiro assisted by patrolman Peter Cullen, both of the 20th Precinct…
La sospecha salta inmediatamente. ¿Cómo es posible que un asesinato de tanta trascendencia mediática tuviera un reporte tan escueto y poco informativo? Por lo menos en un informe de crimen se incluyen testigos, declaraciones y un análisis detallado de la situación general, sin embargo, en el informe realizado por la policía de Nueva York sólo se deja ver una descripción de ciertos hechos escasamente relevantes. A excepción de uno. El arma homicida.
El arma homicida no es la de Chapman
El arma descrita por el oficial Spiro es un revolver calibre 38 de cañón corto «snub nose» sin número de serie reportado ¿Cómo es eso? Es imposible pensar en una investigación balística sin el número de serie del arma homicida ya que es importantísimo conocer ese dato para verificar la legalidad y procedencia del artefacto. Además, es el único dato que permite asociar a su vez las balas utilizadas y el arma que las disparó.
El 10 de noviembre de ese año en Honolulu, la única arma registrada a nombre de Chapman -número de serie 577570- fue reportada en la policía local como lanzada al mar junto con las balas. El mismo Chapman afirmó que luego de ir a ver a John en una primera instancia a Nueva York y no encontrarlo lanzó el arma al mar. Más allá de este sabroso dato queda la duda si realmente el arma que describen los oficiales de policía es la misma que compró Chapman en Honolulu, es más, sin número de serie registrado en la escena del crimen es imposible determinarlo. Lo que sí es claro es que el arma que compró Chapman era una Calibre 38 pero no «snub nose» sino de cañón normal y eso sí que es poco consistente con la encontrada en el sitio del crimen. El número de serie, misteriosamente ‘olvidado’ en el reporte aclararía significativamente esta confusión.
Escena LÓGICA del crimen: (1) Lennon baja. (2) Posición de Chapman. (3) Posición de Lennon al ser atacado como declaró Chapman a 6 metros y no metro y medio. (3A) Puerta al elevador de servicio donde el operador iba a ser detenido por el oficial Cullen ya que su posición es la más acertada respecto a la trayectoria balística. Los disparos son por la espalda de John y salen por su pecho incrustándose en la puerta vidriada de la entrada al Lobby. Imposible para Chapman lograr un tiro desde su ubicación con esa trayectoria. (4) Supuesta distancia entre Yoko y John al momento de los disparos. (5) Verdadera ubicación de Yoko al momento de los disparos, ella estaba dentro del lobby. (6) Lugar donde llega John agonizante.
El testigo falso
La policía sólo usó el testimonio de un testigo a la hora de «demostrar» que Chapman había efectuado los disparos. Un testimonio que fue clave en el juicio. El del Sean Strub, empresario judío y firme defensor del activismo gay, con importantísimos contactos en el mundo económico y político del momento. Candidato al congreso en 1990. En el año 1999 fue acusado de vender los datos de los suscriptores de sus revistas Gay generando gran polémica en el uso de información reservada, ya que muchos de ellos eran empresarios y gente importante de Nueva York a la que no le convenía verse relacionada con esa publicación. Strub se embolsó una gran cantidad de dinero por esas bases de datos tanto en su venta como en su recuperación.
Strub fue entrevistado a la salida del hospital Roosevelt aquella misma noche. Resumiendo sus declaraciones, dijo que él no se encontraba allí en el momento de los disparos, sino que llegó cuando la policía ya estaba presente. Estamos hablando de que el principal testigo de la acusación fue el séptimo en llegar a la escena del crimen.
Después de eso, Strub asegura que Perdomo había hablado con él, contándole cómo Chapman había estado deambulando todo el día por los alrededores y que incluso lo habían estado viendo «desde hacía una semana». ¿Por qué el portero se iba a poner a contarle esos detalles a un curioso en un momento así? ¿Por qué la policía sólo toma declaración de un ‘testigo’ y no hace un trabajo de recopilación de datos basados en más ‘curiosos’ allí presentes? Sospechoso es también cómo la policía, después, relata los hechos de la misma forma en que lo había hecho Strub, transformándose en la versión oficial
Pero es que además, Strub se atrevió a afirmar que, según le había contado Perdomo, John, él y Chapman habían tenido… ¡una discusión antes! Algo que contrasta absolutamente con la versión del propio Chapman y que la policía evitó incluir en el informe final.
Obviamente, Strub sirvió para confirmar la imagen de Chapman como «culpable indiscutible», al hablar de él como «un merodeador» (uno de tantos que había continuamente cerca del Dakota) y contar que incluso se le había visto días antes por la zona. Pero Strub no estuvo allí en el momento del asesinato, no vio a Chapman disparar. Y, sin embargo, su declaración tuvo más peso que la del agente Cullen, entre otros.
No resulta casual que exista una foto, mostrada hasta la extenuación, del momento en que John le firma el álbum a Chapman horas antes del asesinato. Debía quedar constancia gráfica, a parte del testimonio de Strub, de que el supuesto asesino ya estaba por ahí tiempo antes.
La versión del New York Times que fue modificada
Les Ledbetter, reportero del New York Times, publicó al día siguiente un reportaje donde describía la escena del crimen gracias a la reconstrucción por medio de testigos. Aseguraba que la persona que disparó estaba situada dentro del recinto y no fuera, apuntando a su espalda mientras John ya estaba pasando las puertas del lobby. Aquellas puertas vidriadas donde habían quedado marcados los impactos de bala. El 10 de diciembre el New York Times cambió la descripción de Ledbetter, asimilándola a la versión oficial. Nunca se obtuvo un diagrama de esta significativa descripción de los hechos.
José Perdomo, agente de la CIA
Amot-2, era el nombre en clave de la CIA para José Perdomo.
"Criptón: AMOT-2
Definición: José Joaquín Sanjenis Perdomo, también conocido como Joaquín Sanjenis, jefe titular de la organización AMOT alrededor de 1961 antes del desembarco de la Bahía de Cochinos y en 1962. Su seudónimo era Carlos Blanco".
José Joaquin Sanjenis Perdomo, alias «Joaquín Sanjenis» o «Sam Jenis», encargado de la seguridad del acceso al Dakota aquella noche. Exiliado de Cuba por su oposición al gobierno de Fidel Castro, fue miembro de la tristemente célebre Brigada 2506 durante la fallida invasión a Bahía de Cochinos preparada por la CIA en 1961 para derrocar a Castro. ¿Qué hacía un militar infiltrado y agente de la CIA encargado de la seguridad del Dakota?
Presos de la brigada 2506 tras pagar el rescate de su liberacion recibidos por JFK.
Otra de las gracias en el currículo de Perdomo es la amistad que había entablado con Frank Sturgis, el famoso convicto por ladrón del caso Watergate, también en la nómina de pago de servicios de la CIA. Perdomo, mientras trabajaba en el Dakota, cobraba una pensión alimenticia que les otorgaba el gobierno a los veteranos de guerra. Con Sturgis coordinaban ciertas actividades de espionaje y apoyo en suelo norteamericano para exiliados cubanos, tomando información detallada con el objetivo de poder invadir la isla. Esta relación laboral terminó cuando Sturgis fue detenido por el mayor escándalo de espionaje en EE.UU.
Una interesante «predicción»
Frente al Dakota estaban las oficinas del American Society for Psychical Research, domiciliada en la calle 73 de Nueva York, donde el famoso doctor Alex Tanous -¿adivino real? – predecía: un famoso astro del rock sufrirá una muerte prematura, y esto puede ocurrirle desde este momento en adelante. Digo una muerte prematura porque en ella hay algo raro, pero afectará la conciencia de muchas personas, debido a su fama». Justo 3 meses antes de la muerte de John Lennon.
Sin embargo no eran precisamente «los ángeles» los que lo alumbraban, ni un Dios o fuerza todo poderosa. El famoso doctor Tanous trabajaba para la CIA en las investigaciones que esta hacía sobre los viajes astrales y por lo tanto es probable que supiera lo del asesinato de Lennon si era parte de dicha conspiración.
Las preguntas
La identidad de Perdomo nunca fue revelada en el juicio. Si era el portero y había presenciado todo ¿Por qué obviar su condición de agente?
¿Por qué el informe policial se basa en lo que Perdomo cuenta y no en lo que el patrullero Cullen advierte?
¿Por qué la NYPD fue impedida de entregar su visión de los hechos?
¿Por qué los diagramas que informaron a la prensa del tiroteo son contrarios al informe balístico?
¿Por qué justo frente al Dakota vivía otro agente de la CIA que sabía de la posible muerte de John?
¿Por qué la policía no requirió de más testigos en un crimen de relevancia internacional?
Pero la mayor pregunta que debemos hacernos ahora es: Si Chapman no disparó, ¿por qué asumió el crimen, por qué su convicción de que lo había hecho?
Las primeras palabras que dijo Chapman al llegar la policía fueron:
He actuado solo, he actuado solo.
Uno de los primeros oficiales de policía que interrogó a Chapman dijo:
Parecía como un asesino con la mente controlada.
El MK ULTRA
El proyecto MK Ultra no es ningún secreto, no es una leyenda ni es un rumor. Es una realidad. Se conoce por los numerosos documentos desclasificados por la CIA y por el testimonio de multitud de testigos, entre los cuales encontramos desde ex agentes que participaron en el proyecto hasta víctimas de sus experimentos.
El programa salió a la luz públicamente a través de la comisión presidencial Rockefeller en 1975. Se supo que se habían utilizado drogas, descargas eléctricas, emisión repetitiva de imágenes, torturas y experiencias traumáticas para inducir un estado en las personas que hiciera que su mente se dividiera en dos partes: una consciente, que no recordaría nada de lo acontecido, y otra subconsciente que, al ser activada mediante un mecanismo determinado (que lo relacionara con lo vivido durante la exposición), forzara al sujeto a efectuar actuaciones determinadas.
Esto es, ni más ni menos: gente controlada. Gente que, a una orden, de forma precisa y sin estar sujeta al miedo o a la mala conciencia, fuera capaz de hacer cualquier cosa. El asesino perfecto para crímenes cuya causa no debía conocerse, y para ello tenían que atribuirse a un simple «loco solitario».
Uno de los símbolos utilizados frecuentemente para la inducción mental era la mariposa monarca. Esta especie de mariposa, una de las más grandes y hermosas, conocida por la larga migración que realiza todos los años, simbolizaba el cambio, la transición entre dos estados distintos, el paso entre la oruga y el insecto que renace con las alas abiertas. Muchas víctimas de estos experimentos afirman haber sido obligados a visualizarla una y otra vez durante las sesiones.
Una de las drogas con las que más se experimentó fue el LSD, aquella droga que les fue introducida a los Beatles en 1966 y de la cual Faul, desde sus primeras intervenciones al llegar allí, hizo apología insistentemente.
Entrevista de Chapman a Larry King
Larry King: Mark, ¿nos relatarías esos terribles momentos para ti, para el mundo, para mucha gente perteneciente al círculo cercano de John Lennon? ¿Qué pasó aquella noche?
Chapman: Bueno, si quieres comenzarlo desde la noche… Estaba parado ahí, con el arma en mi bolsillo.
Larry: ¿Tú sabías que le dispararías?
Chapman (pausa): ¿Dis… disculpa?
Larry: ¿Tú sabías que le dispararías?
Chapman: (con mucha convicción) Absolutamente.
Larry: Ok.
Chapman: Tratando de no hacerlo, rezando para no hacerlo, pero sabiendo muy en el fondo que, probablemente, acabaría en eso.
Primeras declaraciones en línea con un estado mental inducido: no quería, se resistía, pero en su interior, en su mente, tenía el convencimiento de que iba a hacerlo.
Larry: ¿Sabías que sería esa noche? ¿Sabías que lo volverías a ver de nuevo?
Chapman: Sí, lo sabía esa mañana cuando salí del hotel. Tenía algún tipo de premonición de que esa era la última vez que iba a salir de mi hotel. No lo había visto hasta ese punto, eso lo hacía interesante, ni estaba seguro de que él estaba en el edificio. Entonces, dejé el hotel, compré una copia de «El guardián entre el centeno», lo firmé como «Holden Caulfield» y escribí debajo de eso. «Esta es mi declaración, subrayando la palabra «esta», enfatizando la palabra «esta». Yo había planeado no decir nada después del tiroteo. Caminé rápidamente hasta el oeste de Central Park, hasta la calle 72, y comencé a dar vueltas por allí con los fans, con Jude, con Jerry y luego el fotógrafo, ellos vinieron allí.
No sabía si John estaba ahí, pero había salido con el convencimiento de que no regresaría a su hotel aquella noche. «Un tipo de premonición».
Toca hablar ahora de El guardián entre el Centeno. Este libro, de obligada lectura en la mayoría de los institutos de Estados Unidos en calidad de clásico, fue escrito por JD Salinger en 1951, y cuenta la historia de un muchacho conflictivo, Holden Caulfield, que es expulsado de su colegio e inicia un intenso viaje por Nueva York. Narrado en primera persona, con alusión a las drogas, la prostitución, el alcohol, es una introversión en la mente de este adolescente descontento, profundamente reflexivo, que duda de todo y odia todo, excepto dos cosas: el cine y los niños. El título proviene de un sueño, una imagen, que persigue a Holden:
Me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.
La importancia de este libro radica en la predilección que la mayoría de los «asesinos solitarios» de la historia han sentido por él: John Hincley Jr (intentó asesinar a Reagan), Lee Harvey Oswald (acusado del asesinato de Kennedy) o Sirhan Sirhan (acusado de asesinar a Bob Kennedy), entre otros, lo tenían en sus bibliotecas o lo llevaban encima en el momento de los crímenes.
En el caso de Chapman, sabemos que lo había comprado ese día y había escrito, con el nombre del protagonista, «esta es mi declaración». Pero también se encontró otro ejemplar en un cajón de la mesilla de la habitación de su hotel.
El guardián entre el centeno no es más que otra de las herramientas utilizadas para el control mental, una suerte de «encadenamiento» a las órdenes recibidas, ya sea disparar o simplemente permanecer en un sitio determinado, como Oswald o Chapman.
Debo aclarar que en absoluto, por la simple lectura de este libro, uno se convierte en un asesino despiadado. Cuando hablamos de control mental, a tenor de lo expuesto en los documentos desclasificados y los testimonios de los testigos, nos referimos a complicadas y muy elaboradas técnicas que engloban multitud de prácticas, y este libro es sólo una parte.
Larry: Ok. Y luego John salió, ¿correcto?
Chapman: Él salió y yo estaba apoyado en la barandilla de gárgolas. Yo estaba mirando hacia abajo, estaba leyendo «El guardián entre el centeno», y él se metió en un taxi y desapareció. Y luego más tarde ese día, fui a almorzar con… creo, Jude, volvimos…
Larry: ¿Con quién?
Chapman: Con Jude, ella era una fan que estaba ahí en el edificio. Y entablamos una conversación sobre Hawai y sobre John Lennon. Ella había estado allí varias veces, y en algún momento del día, se fue. Y John volvió, no recuerdo en qué, si en el taxi, pero obviamente estaba de vuelta en el edificio, haciendo un programa de radio… un especial. Y luego él salió del edificio, y el fotógrafo que mencioné antes, Paul Goresh, me empujó hacia delante y me dijo «esta es tu oportunidad, has estado esperando todo el día, vienes de Hawai, no te ha firmado el álbum, ¡anda, anda! Yo estaba muy nervioso, y al instante estaba justo enfrente de John Lennon. Y yo tenía un gran bolígrafo negro, y le dije: «John, ¿me firmarías el álbum?» Y él dijo: «Claro». Yoko se fue a meter en el coche, y él presionó el botón del boli y empezó a escribir, le resultó difícil escribir al principio. Y luego escribió su nombre «John Lennon» y debajo de eso «1980». Y luego me miró a mí, como mencioné antes, y dijo: «¿Eso es todo? ¿Quieres algo más?»
No, Mark, no habías mencionado antes este detalle.
Y sentí, entonces y ahora, que él sabía algo, subconscientemente, como si él estuviera mirando a los ojos a la persona que lo iba a matar.
Larry: ¿Por qué piensas eso?
Chapman: Bueno, su esposa estaba en el coche, la puerta estaba abierta, él es un hombre ocupado, iba a ir a una radio o al estudio de grabación, y él está hablando con un don nadie, firmando el álbum de un don nadie… preguntando si eso es todo lo que quiero. Él me está dando su autógrafo, no tengo una cámara conmigo, ¿qué le podría dar a él?
Larry: Yo admitiría que eso es algo bastante extraño para decirlo. Ok, así que… él se va.
Chapman: Sí, él se va en el coche.
Larry: ¿Y qué hiciste el resto del día?
Chapman: Estuve por ahí, como un idiota, esperando a que él volviera.
Como un idiota… interesante.
Larry: ¿Y a qué hora volvió?
Chapman: Él volvió como a las 10 o las 11 de la noche.
Larry: ¿Tú cenaste?
Chapman: No, no lo hice.
Larry: ¿Miedo a que se te pudiera escapar? Lennon.
Chapman (con mucha rapidez): Probablemente.
En este instante se nota exageradamente que Chapman está hablando de una forma extraña, como leyendo un guion, o diciendo algo aprendido. No rememora como antes.
Larry: ¿Sabías que le dispararías?
Chapman: Sí.
Larry: ¿Cómo pasó eso? ¿Qué pasó?
Chapman: Bueno, el fotógrafo se fue y (pensativo), y siendo justo, tengo que decir que yo intenté que se quedara.
Larry: Porque…
Chapman (evita la respuesta): Hubo algunos que luego pensaron que yo quería que se quedara para que tomara fotos del tiroteo, lo que no es cierto.
Larry (insiste): ¿Por qué querías que él…?
Chapman (nervioso): Yo… yo quería que se quedara porque quería salir de allí. Había una parte, una gran parte de mí, que no quería estar allí. Yo le pregunté a Jude, la fan, antes de que se fuera, que si quería una cita conmigo aquella noche. Ella dijo que no. Si hubiese dicho «sí», yo hubiera estado en la cita con ella.
Larry: ¿Pero le hubieses matado al día siguiente?
Chapman (piensa): Yo… (Cambia de repente a tono de convicción) Oh, sí, probablemente hubiese vuelto.
Larry: Ok, las circunstancias del asesinato, ¿qué pasó?
Chapman (respira hondo, el tono cambia de nuevo, vuelve a recitar): Yo estaba sentado dentro del arco del edificio Dakota. Estaba oscuro, hacía viento. José, el portero, estaba fuera, en la acera. Y aquí hay una cosa extraña que pasó, yo tenía ángulo, donde podía ver el oeste de Central Park 72. Vi la limusina que se detuvo, y como ya sabéis, hay probablemente cientos de limusinas en Central Park oeste de noche, pero yo sabía que esa era la suya. Y dije: «ha llegado el momento». Me levanté, la limusina se detuvo, la puerta se abrió, la puerta izquierda de atrás se abrió, Yoko salió, John estaba muy atrás, como a 20 pies, cuando salió. Yo saludé con la cabeza a Yoko, ella pasó a mi lado.
Larry: ¿Te devolvió el saludo?
Chapman: No, no lo hizo. Y no quiero sonar muy clínico con esto, pero lo dije varias veces, espero que me entiendas. John salió, y él me miró. Creo que me reconoció, «aquí está el tipo al que le firmé el álbum antes». Y él caminó y me pasó, di cinco pasos hasta la vuelta de la calle, apuntándolo con mi arma de fuego 38. Y le disparé 5 tiros a su espalda.
Resulta llamativo que Chapman, con los increíbles y detallados recuerdos que tiene, que incluso ha nombrado el momento en que John había apretado el botón del boli al firmarle el autógrafo, no hable del intervalo en que sacó el arma de su bolsillo y apuntó, y pase de forma tan rápida por esta parte de la historia, que debería ser todavía más relevante y clara para él. Da la sensación de que lo de antes estuviera mucho más fresco en su memoria. Como vemos, Chapman no dice haber llamado a John en ningún momento, ni que John se volviera hacia él.
Larry: ¿Habías disparado esa arma antes?
Chapman: Esa arma no, no sabía ni si las balas iban a funcionar y cuando estaba disparando, recuerdo haber pensado (piensa) «están funcionando, están funcionando». Estaba preocupado de que, en el avión, con la humedad del compartimiento de la maleta, se hubiesen estropeado. Y recuerdo haber pensado: «están funcionando».
Machaconamente, Chapman repite esa frase, se trata de otro recuerdo inducido, una sensación, un pensamiento que se introdujo sin duda varias veces en su mente. Tiene todo el tono de inducción mental: «está funcionando, está funcionando, está funcionando».
Larry: ¿Qué hizo Yoko?
Chapman: Ella, naturalmente, no la puedo culpar, ella se precipitó hacia el área de las escaleras, no sé si conocen esa área allí en el edificio Dakota. Pero ella sólo corrió para protegerse, lo que cualquiera hubiese hecho.
Qué interesante defensa de Yoko.
Chapman: John (pausa, parece algo confuso, se traba) de… de acuerdo con lo que he estado diciendo, cayó en las escaleras, y luego la vi a ella, volviendo hacia las escaleras y lloró sobre su cuerpo.
Larry: ¿Gritó ella?
Chapman (piensa unos segundos) No creo que ella gritara, pero unos minutos antes de esto, había un grito espeluznante de alguien. Y se me erizó el pelo de atrás del cuello.
¿Unos minutos antes? Los disparos y el tambaleante camino de John hacia las escaleras sucedieron en apenas unos segundos. ¿Quién gritó antes de todo eso? Nadie, pues no hay ningún testigo que hable de gritos, sino directamente de disparos. ¿O era un grito que venía de dentro de la cabeza de Chapman?
Larry: ¿Estabas aliviado?
Chapman: No, lo que pasó es que yo estaba… (Duda) lo que pasó antes del tiroteo, antes de apretar el gatillo, y después, fueron dos escenas diferentes en mi mente. Antes, todo estaba en calma, y yo estaba listo para que esto pasara, incluso escuchaba una voz dentro de mí, mi voz, dentro de mí, que decía «hazlo, hazlo, hazlo, aquí vamos».
La voz dentro… el control mental, las escenas inducidas. En ese momento Chapman estaba ido, no estaba en un estado consciente; en realidad, su mente no estaba ahí.
Y después del suceso, era como si la cinta de la película se hubiera roto, yo sentí, en una parte de mí mismo, estaba como en estado de shock, estaba de pie, con el arma colgando hacia abajo, en mi lado derecho. Y José el portero vino, él estaba llorando, me estaba cogiendo el brazo y sacudiéndolo, él quitó el arma de mi mano.
Chapman despierta, después de los disparos, pero Perdomo no estaba quitando el arma de su mano, estaba haciéndole creer que él la tenía cogida, para luego fingir que se le la arrebataba. Pensemos: después de un tiroteo, ¿un simple portero se acercaría a un hombre armado para quitarle el revólver de su mano? ¿O correría al interior del edificio, hacia las escaleras, a donde estaba John, para ponerle a él y a sí mismo a salvo? El mismo Chapman nos lo dice:
Eso fue algo muy valiente, contra una persona armada. Tiró el arma al suelo y luego alguien la alejó.
Esta parte de la entrevista, en la fuente que os indico, está mal traducida. ¡Escuchadla! Es tal y como os la he puesto aquí. «Alguien la alejó». Y no Perdomo, como en la traducción y en la versión oficial se indica. ¿Otra persona más?
Y yo estaba confuso, no sabía qué hacer, cogí «El guardián entre el centeno» de mi bolsillo, pasé páginas, y traté de leerlo. Yo no podía esperar, Larry, a que esos policías llegaran allí, yo estaba devastado.
Es curioso que estas revelaciones de Chapman, estas frases que hablan de un estado mental confuso, de diferentes «estados», hayan aparecido dentro de tan «clínico» y objetivo relato justo cuando Larry King ha hecho referencia a los gritos…
Fuentes; https://blog.ladyruth.es/
http://articulosbeatle.blogspot.com/
Desclasificado John Lennon